lunes, 28 de mayo de 2007

Cartas que nunca llegan...

Atento amigo Sancho...

Después de disfrutar intensamente con el arte de hacer encaje de bolillos, Sancho y yo nos pusimos de nuevo en el camino, dispuestos como siempre a seguir "desenterrando" la cultura popular de nuestra tierra.

Nuestros pasos nos llevaron en esta ocasión a Alcázar de San Juan, lugar que hacía pocos días había sufrido una desdichada situación difícilmente predecible e inevitable: la ciudad entera quedó inundada por las aguas de las intensas lluvias que cayeron durante días, dejando un panorama desolador.

Poco a poco las buenas gentes de esta localidad se iban recuperando de aquel desastre natural, resignados con la suerte que algunos de sus vecinos habían corrido al haber perdido diversos enseres de sus casas.

Pero como bien dice aquel dicho popular "tras la tormenta, llega la calma", y la vida de los alcazareños empezaba a volver a la normalidad. Tras la jornada electoral, en la que muchos de los ciudadanos afectados por las lluvias dieron prioridad a la limpieza de los restos de barro y agua de sus casas, antes que acudir a las urnas, Alcázar despertaba de nuevo a su realidad cotidiana.
Sancho y yo, apenados por la situación que estaba ya superando aquella gente, no quisimos incidir demasiado en favor de lograr nuestro propósito: encontrar viejas tradiciones aún vivas en Castilla - La Mancha. Aunque no hizo falta incidir en ello, ya que la tradición nos encontró a nosotros, en forma de certamen literario. Un concurso que, para nuestra sorpresa, tenía como protagonista a (les aseguro a vuestras mercedes que intentaré decir esto con la mayor humildad posible) a uno de los iconos de la cultura popular castellanomanchega. Este pilar tradicional no era otro que un servidor: Don Quijote de La Mancha.
Fue una grata sorpresa, no puedo negarlo. Sabía de la repercusión que mis andanzas habían tenido, no sólo en estas tierras que un día recorrí (y aún seguía recorriendo) pero barruntaba que, después de tanto tiempo, mi "triste figura" había quedado en un mero recuerdo enterrado en los libros de aquel "manco de Lepanto".

El certamen del que les hablo no era otro que el de "Cartas de Dulcinea a Don Quijote", que desde hacía ya seis años se venía celebrando en Alcázar con gran participación por cuantas ingeniosas plumas quisiesen presentarse.
A mis manos llegó la carta ganadora en el pasado certamen. Sus letras me conmovieron, mis palabras no podrían explicar el sentimiento que me recorrió al leer aquello. No puedo sino dejad a vuestras mercedes la tarea de examinarla con el detenimiento que merece tan dolientes estrofas:

"Mi querido y "casto" Don Quijote:
Es grata la gentileza de vuesa merced al bautizarme con aquesta "Dulzura" y concederme la eternidad como dueña y señora de vuesos sospiros. De mí dijisteis que cualquier rayo que del sol de mi belleza llegare a vos, alumbraría vuestro entendimiento y fortalecería vuestro corazón, de modo que quedara único y sin igual en la discreción y en la valentía. También dijisteis que tengo fama de hermosa, y que ninguna cosa desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas.
Pues bien, mi emboscado caballero, destas y otras andanzas que turbaron vuestra cabeza hasta convertiros en leyenda, sólo me llegaron palabras ilustradas que no soltaron caldo ni sustancia a la que arrimar mis labios y pujar la panza, ni otra pretensión por vuestra parte que la de utilizarme como escapulario en el pecho mientras yo me batía indefensa contra las verdaderas aspas de aquestos infiernos de los que nunca vinisteis a rescatarme. Vivisteis embaucado en el atino de codiciadas glorias y en la resuelta de otras damas, menos pacientes y más astutas que yo en la demanda de favores, como la llamada Dorotea a la que disteis en su momento cumplida cortesía y concedisteis audiencia, remediando sus males y desdichas mientras os negabais a visitarme con palabrerías y excusas tales como el no haber fecho fazañas dignas de mi gracia.
Por vos aprendí a leer y escribir, a fin de apreciar de vuestro puño y letra palabras que acariciaran mi corazón y refinaran mi entendimiento.
Por vos, seguí una dieta de adelgazamiento consistente en no probar bocado alguno hasta recibir noticias de vuesa merced, que de no ser porque caí en razón de que el resplandor de los caminos os cegaría la frente, me habría quedado más seca que el esparto.
Y, por vos, cumplieron mis ojos con los amaneceres de cada día esperando vuesa visita hasta caer rendidos en la noche escura de la distancia.
Agora a este punto me ha venido a la memoria que a mí tampoco me importa el verme puesta en libros y andar por este mundo de mano en mano, ni que digan de mí todo lo que quisieren, al confesaros en esta carta que mi pretensión iba más allá de haber compartido con vos unas páginas de épica insufrible que me llevará a la tumba con la pureza intacta.

Perdonad si me tomo la licencia
De abusar de mi orgullo despechado
En olvido de hazañas que han costado
De vuestro enfrento incluso la demencia.
Pues en esto tenéis mi reverencia
Y aqueste corazón hipnotizado
Que no por atropello descuidado
Me olvido de cumplida diligencia.
Aquí os remito, noble caballero,
la letra de mis noches malvenidas,
y soneto rimado y bien cumplido.
Que por vos embauqué en gastar dinero
refinando mis carencias desmedidas
con letrados remedios sin sentido.

Agradecida de haberos convertido en el más casto engaño de los caballeros andantes, se despide de vuestro injusto silencio.
Nunca vuestra,
Aldonza Lorenzo"*

Mis labios no podían pronunciar sonido alguno después de leer aquello. ¿Era acaso mi adorada Dulcinea quien, de aquella peculiar manera, quería hacerme ver el sufrimiento que estaba inflingiéndole mi obligada ausencia? ¿O tan sólo era un fragmento de imaginación a alguna ingeniosa mente?
Tan sólo puedo decíos que aquella, como tantas otras que supongo estarán en algún lugar de La Mancha, eran cartas que nunca llegaba, que mis ojos nunca leerían, que entre mis dedos nunca estarían...
Sancho me sacó bruscamente de mis pensamientos con su lógica, no niego que en ocasiones cargada de razón, aunque siempre asesina de aquel mundo que, imaginario para muchos, pero real para mí, hacía que hoy en día aún quedaran "caballeros andantes" recorriendo las tierras manchegas a lomos de sus Rocinantes.
Caballeron andantes que, como los impulsores de aquel certamen de cartas que nunca llegarían a manos de su destinatario, seguían luchando contra esos "molinos del tiempo" empeñados en barrer con sus aspas los resquicios que aún quedaban de nuestras más ancestrales tradiciones.


*Carta ganadora del certamen literario "Cartas de Dulcinea a Don Quijote" en su quinta edición (año 2006). Autora: Mercedes Martín Alfaya

4 comentarios:

M.A dijo...

Hola. Soy Mercedes Martín Alfaya y me ha hecho mucha ilusión encontrar aquí mi carta a don Quijote. Muchísimas gracias. Seguiré visitando su blog.
Un abrazo,
Mercedes.

M.A dijo...

Hola, Elena. Gracias por visitar mi blog.
¿sabes? tengo una hija que se llama así: Elena Jiménez, qué casualidad...
Que tengas un feliz año y que tu pluma como periodista de buena cuenta de tu maestría.
Un abrazo.
Merce.

Fran dijo...

jajajaja. Qué depresion de blog no eleneJa???. Creia que este ultimo post se iba a titular "Atentos al disfraz" pero no.
Bueno voy a seguir cotilleando que no me apetece estudiar The doctorate world

Fran dijo...

Jo qué depresionnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn!!
Es que es superviejuno!!! No parece q lo hayas escrito tu... Claro entonces no bebias franoto ni te pegabas fiestones con cansinos...
Es que no hablas na de ti como en el mio que hablo de mi coche, de mis cosas con Saul, de mi coche, del aeropuerto, de mi coche, de las fiestacas/resacas, de mi coche y de que me pican las narices...