miércoles, 23 de mayo de 2007

Manos maravillosas

Atento amigo Sancho...

Una vez hubimos regresado de nuestro periplo por tierras francesas, y tras despedirnos de aquellas gentes de Tomelloso que tan acogedoramente nos habían tratado, reemprendimos nuestra aventura en busca de las raíces más tradicionales de nuestra amplia región.

Y como "no sólo de folklore vive el hombre", mi fiel escudero y yo nos propusimos encontrar algunas tradiciones, por decirlo de esa manera, más "artesanales".

Con dicho objetivo nuestros pasos se encaminaron a Almagro, lugar donde sabíamos "de buena tinta" que se encontraríamos algo tan artesano como hermoso: los encajes de bolillos.
Nada más entrar a aquella histórica y cultural ciudad, encontramos un monumento a aquellas que hacían del bordado un verdadero arte. La estatua dedicada a la encajera, inmóvil observadora de cómo el mundo cambiaba a su alrededor, aunque sin que el caprichoso tiempo cambiara ni un ápice de aquella añeja tradición a la que hacía honor desde su pedestal.
En diversas tiendecitas típicas de aquella localidad, mujeres de manos maravillosas, entre torsiones, trenzados y enlaces, coseguían crear verdaderas obras de arte con sus hilos. Obras de arte que, como afirma el siguiente artículo de una revista almagreña, se hizo popular en Almagro allá por el S.XVII:

"A finales de 1780 el tejer encaje y blonda llega a su mayor esplendor. Doña Rita Lambert (verdadera artesana) y su marido, se establecen en Almagro y amplían esta enseñanza a todo el Campo de Calatrava, Bolaños, Valenzuela, Pozuelo, Moral, etc. Estas manos expertas consiguieron verdaderas maravillas. Las niñas, a partir de los 4 años, ya tejían varas y varas de encaje. La economía familiar mejoró, sobre todo, en época de malas cosechas. Se ponen de moda estos encajes en las cortes europeas, iglesias, ajuares de novia y trajes de vestir. Fueron tan famosos que el Rey Carlos III por Real Cédula concede a este matrimonio una pensión durante 9 años. Pero, finaliza la ayuda, cambia la moda, aumenta el precio del hilo y la seda y esta artesanía decae [...]"*

Por fortuna para todos los que ahora tenemos la inmensa suerte de poder observar estas verdaderas obras de arte, el encaje de bolillos volvió a tener la importancia que antaño tuvo, siendo en la actualidad uno de los bordados más preciados por la mayoría de la gente, entendedora o no de este antiquísimo oficio.

Múltiples encuentros, concursos, etc. de encajeras recorren toda nuestra geografía, no sólo la de nuestra comunidad, sino también la del resto de este extenso país, nos hizo darnos cuenta (a Sancho y a mí) que mientras existieran esas mujeres, esas manos maravillosas entregadas a crear auténticas obras de arte con hilo, seguiría viva otra de las tantas tradiciones que, fieles a nuestro objetivo inicial, íbamos desenterrando mi fiel escudero y este humilde servidor que les habla.


*Extraído del artículo de CFT, publicado en el mes de abril de 2007 en la Revista Informativa de Almagro

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