miércoles, 16 de mayo de 2007

Romería en estado puro

Atento amigo Sancho...

Nuestro paso por Tomelloso había dejado a mi fiel escudero y a mí un sentimiento extraño. Aquella negra procesión, la sobriedad, la tristeza... aquellos no eran los rasgos típicos de las buenas gentes tomelloseras, tan joviales y alegres que el más lejano de los visitantes parecía sentirse como en casa en aquel lugar de La Mancha.
Con el ánimo de encontrar el verdadero espíritu de Tomelloso, Sancho y yo volvimos sobre nuestros pasos.

Último domingo de abril. El júbilo de aquel día se notaba nada más adentrarnos en Pinilla, lugar que año tras año, desde 1944, celebraba el día grande de su patrona: la Romería de la Virgen de las Viñas. Cientos de personas vestidas a la antigua usanza, con blusa típica de gañán y el pañuelo de hiebas al cuello, deambulaban por el recinto de Pinilla disfrutando intensamente de aquella festiva jornada: visitando el Santuario de la virgen, admirando las reatas de mulas perfectamente alineadas y engalanadas para la ocasión, "refrescando el gaznate" en las innumerables "tascas" o chiringuitos que poblaban la entrada del recinto... Todo ello aderezado con buen vino del pueblo y el incesante sonido de las jotas manchegas, que daban a tal día el sabor añejo que Sancho y yo andábamos buscando.

Pero hubo algo que llamó nuestra atención sobremanera: en el lado opuesto al lugar donde se hallaba el santuario, cientos de jóvenes celebraban la romería "a su manera" entre la multitud de remolques adornados con ramas verdes (típicos de esta romería).
Aquella visión de desenfreno juvenil hizo que recordáramos las palabras de un paisano de Tomelloso, que tan bien describía en su libro la auténtica esencia de la romería. Así contaba Santos López en "Tomelloso, apuntes para su historia", la primera romería que se vivió en este lugar:

"Era la semana del 30 de abril al 7 de mayo. Las mujeres fueron las promotoras y las que idearon celebrar la romería, llevando a la Virgen a Pinilla y volviéndola a traer, posiblemente con la ayuda de la Junta Directiva de la Hermandad. Ellas lo planearon todo. Prepararon las meriendas para comer, la carne, la leña para guisa, vino, sartenes, perolas... [...] A los hombres que no trabajaban, les hicieron ir a la Rivera para traer ramaje de Chopo. Engalanaron galeras con ramaje, banderitas y blores de papel [...] En todas las carrozas, los grupos de chicas que llevaban iban todas vestidas iguales, pero siempre guardando la estética y la antigüedad manchega. ¡De verdad, iban guapísimas! Cuando llegamos el sábado por la tarde, nos encontramos con la papeleta de que teníamos que ir el domingo de romería a Pinilla. ¡Cosa que no nos pareció bien! Pero ellas se liaron como fieras a bajar aperos y trastos de los carros hasta verlos desalojados, a prepararles asientos para ir lo más cómodo posible y a enredarles ramas de chopo, banderitas y flores de papel. Así es que ante aquella animación por parte de las mujeres, todos nos animamos, ayudándolas a preparar para que todo fuera lo más perfecto posible. [...] La mañana del domingo, muy temprano que apenas se veía, se empezaron a oír pandas de chicos y chicas ataviadas y cantando. Las campanas empezaron a doblar repicando de alegría. Los carros de una calle para otra. ¡Tomelloso daba señal de que iba a celebrar un gran día! Pero de momento el personal se entristeció viendo que empezó a llover. ¡No duró mucho rato! Por lo que de nuevo el personal se volvió a animar. [...] A las nueves salió la virgen de la iglesia para iniciar la que sería la primera romería y al llegar a la plaza cayó un tremendo chaparrón de agua. [...] Pero a pesar de ello el personal no se acobardó, formándose el cortejo para llegar a Pinilla. [...] A pesar de la lluvia la gente o romeros continuaban la fiesta: algunos, al escampido lloviendo y chorreando de agua sin preocuparse de tal cosa, guisaban la carne en las perolas y sartenes, llenándose de vino, cantando, tocando, jugando y pasándoselo bien, con todo el fervor y alegría que requiere un día de romería. [...] El personal quedó orgulloso y contento por el agua caída, que favoreció a los campos, y por la romería. Nadie podía imaginarse que una romería sin pensarla con anterioridad ni preparación pudiera resultar con tanto éxito y tan bien. A partir de aquel año, las romería se vienen celebrando el último domindo de abril, el mismo día que se celebra la romería de la Virgen de Peñarroya, nuestro pueblo vecino de Argamasilla de Alba. [...]
Aquella primera romería quedó en el recuedo de todo el pueblo como la mejor romería celebrada de todas. En primer lugar, por la lluvia caída. Por la buena organización, el orden, la alegría de todos los romeros sabiendo aguantar todo el tiempo allí, comiendo, bebiendo, tocando, bailando, jugando y cantando, que es lo típico de una romería. ¡No me cansaré de repetirlo! [...] Ahora con tantos coches, unos que van otros que vienen, con el peligro que ocasionan en la carretera. Aunque afortunadamente nunca ocurre nada. Pero más que una romería con devoción a la patrona, parece una juerga. Disculpen mis opiniones particulares."*

Y así era. El lado ocupado por los jóvenes tomelloseros parecía más una desenfrenada fiesta en honor a Baco que una romería en honor a la patrona de la localidad.
Los jóvenes habían convertido una de la tradiciones más arraigadas de su pueblo en un "macrobotellón", término muy empleado en la actualidad por vuestras mercedes.

Tras aquella visión de libertinaje, Sancho y yo vimos cumplidas nuestras expectativas cuando la comitiva se dispuso a trasladar a la virgen a Tomelloso. Los romeros, bien siguiéndola o llévándola a hombros, mostraban a la Virgen de las Viñas su devoción, con cantos de alabanza que no cesaron hasta llegar a la plaza, lugar donde mi fiel escudero y yo pudimos reconfortarnos disfrutando de las típicas jotas manchegas.

¡Al fin hallábamos la esencia de la romería tomellosera! El pueblo entero se ponía en pie para dar la bienvenida a su patrona y los jóvenes, a pesar de tan desenfrenado día, ponían a los pies de la virgen un ramo de flores cuando sus carrozas desfilaban ante ella. ¡Aquello sí era Romería!



*Extraído del libro "Tomelloso, apuntes para su historia", de Santos López Navarro

3 comentarios:

Alberto Molero dijo...

Es curioso como cuando hay fiesta y juerga de por medio nos hacemos debotos y cristianos. Una romería es la mejor forma de ver como en este tipo de celebraciones lo sacro pasa a segundo plano, aunque en definitiva es lo mismo que pasa en Navidad o Semana Santas.

Vicente Rodrigo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Vicente Rodrigo dijo...

Qué bien se describe la esencia tomellosera en estas fiestas!!! La Romería es tradición, devoción, diversión... una mezcla intensa de sensaciones!!