domingo, 20 de mayo de 2012

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lunes, 28 de mayo de 2007

Cartas que nunca llegan...

Atento amigo Sancho...

Después de disfrutar intensamente con el arte de hacer encaje de bolillos, Sancho y yo nos pusimos de nuevo en el camino, dispuestos como siempre a seguir "desenterrando" la cultura popular de nuestra tierra.

Nuestros pasos nos llevaron en esta ocasión a Alcázar de San Juan, lugar que hacía pocos días había sufrido una desdichada situación difícilmente predecible e inevitable: la ciudad entera quedó inundada por las aguas de las intensas lluvias que cayeron durante días, dejando un panorama desolador.

Poco a poco las buenas gentes de esta localidad se iban recuperando de aquel desastre natural, resignados con la suerte que algunos de sus vecinos habían corrido al haber perdido diversos enseres de sus casas.

Pero como bien dice aquel dicho popular "tras la tormenta, llega la calma", y la vida de los alcazareños empezaba a volver a la normalidad. Tras la jornada electoral, en la que muchos de los ciudadanos afectados por las lluvias dieron prioridad a la limpieza de los restos de barro y agua de sus casas, antes que acudir a las urnas, Alcázar despertaba de nuevo a su realidad cotidiana.
Sancho y yo, apenados por la situación que estaba ya superando aquella gente, no quisimos incidir demasiado en favor de lograr nuestro propósito: encontrar viejas tradiciones aún vivas en Castilla - La Mancha. Aunque no hizo falta incidir en ello, ya que la tradición nos encontró a nosotros, en forma de certamen literario. Un concurso que, para nuestra sorpresa, tenía como protagonista a (les aseguro a vuestras mercedes que intentaré decir esto con la mayor humildad posible) a uno de los iconos de la cultura popular castellanomanchega. Este pilar tradicional no era otro que un servidor: Don Quijote de La Mancha.
Fue una grata sorpresa, no puedo negarlo. Sabía de la repercusión que mis andanzas habían tenido, no sólo en estas tierras que un día recorrí (y aún seguía recorriendo) pero barruntaba que, después de tanto tiempo, mi "triste figura" había quedado en un mero recuerdo enterrado en los libros de aquel "manco de Lepanto".

El certamen del que les hablo no era otro que el de "Cartas de Dulcinea a Don Quijote", que desde hacía ya seis años se venía celebrando en Alcázar con gran participación por cuantas ingeniosas plumas quisiesen presentarse.
A mis manos llegó la carta ganadora en el pasado certamen. Sus letras me conmovieron, mis palabras no podrían explicar el sentimiento que me recorrió al leer aquello. No puedo sino dejad a vuestras mercedes la tarea de examinarla con el detenimiento que merece tan dolientes estrofas:

"Mi querido y "casto" Don Quijote:
Es grata la gentileza de vuesa merced al bautizarme con aquesta "Dulzura" y concederme la eternidad como dueña y señora de vuesos sospiros. De mí dijisteis que cualquier rayo que del sol de mi belleza llegare a vos, alumbraría vuestro entendimiento y fortalecería vuestro corazón, de modo que quedara único y sin igual en la discreción y en la valentía. También dijisteis que tengo fama de hermosa, y que ninguna cosa desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas.
Pues bien, mi emboscado caballero, destas y otras andanzas que turbaron vuestra cabeza hasta convertiros en leyenda, sólo me llegaron palabras ilustradas que no soltaron caldo ni sustancia a la que arrimar mis labios y pujar la panza, ni otra pretensión por vuestra parte que la de utilizarme como escapulario en el pecho mientras yo me batía indefensa contra las verdaderas aspas de aquestos infiernos de los que nunca vinisteis a rescatarme. Vivisteis embaucado en el atino de codiciadas glorias y en la resuelta de otras damas, menos pacientes y más astutas que yo en la demanda de favores, como la llamada Dorotea a la que disteis en su momento cumplida cortesía y concedisteis audiencia, remediando sus males y desdichas mientras os negabais a visitarme con palabrerías y excusas tales como el no haber fecho fazañas dignas de mi gracia.
Por vos aprendí a leer y escribir, a fin de apreciar de vuestro puño y letra palabras que acariciaran mi corazón y refinaran mi entendimiento.
Por vos, seguí una dieta de adelgazamiento consistente en no probar bocado alguno hasta recibir noticias de vuesa merced, que de no ser porque caí en razón de que el resplandor de los caminos os cegaría la frente, me habría quedado más seca que el esparto.
Y, por vos, cumplieron mis ojos con los amaneceres de cada día esperando vuesa visita hasta caer rendidos en la noche escura de la distancia.
Agora a este punto me ha venido a la memoria que a mí tampoco me importa el verme puesta en libros y andar por este mundo de mano en mano, ni que digan de mí todo lo que quisieren, al confesaros en esta carta que mi pretensión iba más allá de haber compartido con vos unas páginas de épica insufrible que me llevará a la tumba con la pureza intacta.

Perdonad si me tomo la licencia
De abusar de mi orgullo despechado
En olvido de hazañas que han costado
De vuestro enfrento incluso la demencia.
Pues en esto tenéis mi reverencia
Y aqueste corazón hipnotizado
Que no por atropello descuidado
Me olvido de cumplida diligencia.
Aquí os remito, noble caballero,
la letra de mis noches malvenidas,
y soneto rimado y bien cumplido.
Que por vos embauqué en gastar dinero
refinando mis carencias desmedidas
con letrados remedios sin sentido.

Agradecida de haberos convertido en el más casto engaño de los caballeros andantes, se despide de vuestro injusto silencio.
Nunca vuestra,
Aldonza Lorenzo"*

Mis labios no podían pronunciar sonido alguno después de leer aquello. ¿Era acaso mi adorada Dulcinea quien, de aquella peculiar manera, quería hacerme ver el sufrimiento que estaba inflingiéndole mi obligada ausencia? ¿O tan sólo era un fragmento de imaginación a alguna ingeniosa mente?
Tan sólo puedo decíos que aquella, como tantas otras que supongo estarán en algún lugar de La Mancha, eran cartas que nunca llegaba, que mis ojos nunca leerían, que entre mis dedos nunca estarían...
Sancho me sacó bruscamente de mis pensamientos con su lógica, no niego que en ocasiones cargada de razón, aunque siempre asesina de aquel mundo que, imaginario para muchos, pero real para mí, hacía que hoy en día aún quedaran "caballeros andantes" recorriendo las tierras manchegas a lomos de sus Rocinantes.
Caballeron andantes que, como los impulsores de aquel certamen de cartas que nunca llegarían a manos de su destinatario, seguían luchando contra esos "molinos del tiempo" empeñados en barrer con sus aspas los resquicios que aún quedaban de nuestras más ancestrales tradiciones.


*Carta ganadora del certamen literario "Cartas de Dulcinea a Don Quijote" en su quinta edición (año 2006). Autora: Mercedes Martín Alfaya

miércoles, 23 de mayo de 2007

Manos maravillosas

Atento amigo Sancho...

Una vez hubimos regresado de nuestro periplo por tierras francesas, y tras despedirnos de aquellas gentes de Tomelloso que tan acogedoramente nos habían tratado, reemprendimos nuestra aventura en busca de las raíces más tradicionales de nuestra amplia región.

Y como "no sólo de folklore vive el hombre", mi fiel escudero y yo nos propusimos encontrar algunas tradiciones, por decirlo de esa manera, más "artesanales".

Con dicho objetivo nuestros pasos se encaminaron a Almagro, lugar donde sabíamos "de buena tinta" que se encontraríamos algo tan artesano como hermoso: los encajes de bolillos.
Nada más entrar a aquella histórica y cultural ciudad, encontramos un monumento a aquellas que hacían del bordado un verdadero arte. La estatua dedicada a la encajera, inmóvil observadora de cómo el mundo cambiaba a su alrededor, aunque sin que el caprichoso tiempo cambiara ni un ápice de aquella añeja tradición a la que hacía honor desde su pedestal.
En diversas tiendecitas típicas de aquella localidad, mujeres de manos maravillosas, entre torsiones, trenzados y enlaces, coseguían crear verdaderas obras de arte con sus hilos. Obras de arte que, como afirma el siguiente artículo de una revista almagreña, se hizo popular en Almagro allá por el S.XVII:

"A finales de 1780 el tejer encaje y blonda llega a su mayor esplendor. Doña Rita Lambert (verdadera artesana) y su marido, se establecen en Almagro y amplían esta enseñanza a todo el Campo de Calatrava, Bolaños, Valenzuela, Pozuelo, Moral, etc. Estas manos expertas consiguieron verdaderas maravillas. Las niñas, a partir de los 4 años, ya tejían varas y varas de encaje. La economía familiar mejoró, sobre todo, en época de malas cosechas. Se ponen de moda estos encajes en las cortes europeas, iglesias, ajuares de novia y trajes de vestir. Fueron tan famosos que el Rey Carlos III por Real Cédula concede a este matrimonio una pensión durante 9 años. Pero, finaliza la ayuda, cambia la moda, aumenta el precio del hilo y la seda y esta artesanía decae [...]"*

Por fortuna para todos los que ahora tenemos la inmensa suerte de poder observar estas verdaderas obras de arte, el encaje de bolillos volvió a tener la importancia que antaño tuvo, siendo en la actualidad uno de los bordados más preciados por la mayoría de la gente, entendedora o no de este antiquísimo oficio.

Múltiples encuentros, concursos, etc. de encajeras recorren toda nuestra geografía, no sólo la de nuestra comunidad, sino también la del resto de este extenso país, nos hizo darnos cuenta (a Sancho y a mí) que mientras existieran esas mujeres, esas manos maravillosas entregadas a crear auténticas obras de arte con hilo, seguiría viva otra de las tantas tradiciones que, fieles a nuestro objetivo inicial, íbamos desenterrando mi fiel escudero y este humilde servidor que les habla.


*Extraído del artículo de CFT, publicado en el mes de abril de 2007 en la Revista Informativa de Almagro

martes, 22 de mayo de 2007

El folklore une a los pueblos

Atento amigo Sancho...

Apenas terminábamos de disfrutar del magnífico festival de mayos de Pedro Muñoz cuando, sin previo aviso, recibimos un correo urgente. Tan urgente que el pobre mensajero llegó hasta nosotros sin aliento y sin poder mediar palabra, entregándonos una misiva que rezaba así:

"A la atención de Don Alonso Quijano, más conocido por Don Quijote de La Mancha.

Estimado Señor Don Quijote:
Tengo el honor de dirigirme a vuecencia a través de estas letras para hacerle llegar mi más ferviente deseo de que nos acompañe en un viaje más allá de las fronteras de nuestro país. Un viaje que nos llevará a tierras francesas, concretamente a Niort, ciudad hermanada con la nuestra. Disculpad que no me haya presentado. Soy una joven componente del grupo folklórico "Manantial del Vino", de Tomelloso.
Como fiel seguidora de las tradiciones más ancestrales de nuestra tierra, tales como los bailes y cantos populares, me llenaría de dicha poder compartir con vuestras mercedes (Sancho y vos) tres intensos días en la ciudad antes mencionada. Tres días llenos de tradición, folklore y cultura popular que seguro colmarán sus expectativas sobre la búsqueda de las tradiciones más arraigadas de nuestra hermosa región.
Para tal misión, sería necesario que vuestras mercedes se trasladasen de inmediato a Tomelloso (lugar que, por sus escritos, ya conocen bastante bien), para iniciar un largo pero ameno viaje hacia el país vecino.
Sin más y esperando acepten mi propuesta, la cual seguro no les defraudará, reciban un cordial saludo de una humilde emisaria de las tradiciones manchegas"


Ante tal propuesta, mi fiel escudero y yo no lo dudamos un instante: ¡volvamos a Tomelloso para iniciar otra aventura! Suerte que esta noble ciudad castellanomanchega se encontraba cercana a Pedro Muñoz y, con intermitente trotar de nuestros corceles, conseguimos llegar a Tomelloso, como dice el refrán, "en menos que canta un gallo".
Allí, en la hermosa plaza de España, un enorme autobús aguardaba pacientemente a que la comitiva se despidiera de los familiares y amigos que habían acudido a despedirles. Una joven se acercó a mi sorprendido escudero y a mí y con una amplia sonrisa nos dio la bienvenida, agradeciéndonos una y mil veces nuestra acertada decisión de acompañarles. Tras guardar a Rocinante y a Rucio en la misma entrada del Ayuntamiento (pobre de quien entrara allí en días sucesivos, pues no sabía cómo se las gastaban nuestros corceles cuando pasaban un día sin probar bocado), nos dispusimos a partir hacia tierras francesas.


Duro fue el viaje, voto a Dios. Pero el amable trato que recibimos de nuestros compañeros de viaje hizo del trayecto un agradable paseo por la geografía española.
Por fin llegamos a Niort y, tras alojarnos en una pintoresca posada (disculpen vuestras mercedes, hoy en día lo llaman hotel), nos encaminamos hacia el lugar donde aquellos días se celebraba la "Foirexpo 2007", en la que todas las ciudades hermanadas con Niort mostraban allí lo mejor de sí mismas. Polonia, Reino Unido, Alemania, España... países distantes en espacio pero unidos bajo un mismo techo, compatiendo tradiciones, experiencias, amistad...
En el rincón dedicado a Tomelloso, como no podía ser de otra manera, no podía faltar el buen vino, el queso, las afanosas encajeras elaborando sus delicados bordados, las reatas de mulas engalanadas (aunque eso sí, mulas fictícias)... incluso pudimos ver maquetas casi a escala real de algunos monumentos tomelloseros, como el Bombo o la Posada de los Portales.
Todo ello encaminado a que, también en Francia, se conociera lo más tradicional de esta tierra. Y vaya si lo conocieron. Sobre todo cuando el grupo "Manantial del Vino" hizo temblar el escenario con una extensa demostración de los bailes más representativos de Tomelloso. El numeroso público que allí se congregó no cesaba de aplaudir aquella excepcional muestra de folklore manchego.


Y es que, haciendo honor a un famoso spot publicitario (¿se dice así, no? vuestras mercedes me disculparán si me equivoco), las tradiciones son como la buena cerveza, "donde van, triunfan".
Hablando de cerveza. Los componentes de "Manantial del Vino" no sólo dedicaron su tiempo a regalar al público lo mejor de su arte. También hubo tiempo para el descanso y, como Alemania estaba presente en aquella grandiosa feria, ¿quién osaría no probar la mundialmente conocida cerveza alemana? Juzguen ustedes mismos si estos "quijotes del folklore" supieron o no apreciar el sabor de aquellas interminables jarras de dorado y espumoso líquido.
Sancho y yo, satisfechos una vez más y con la sensación del deber cumplido (el de reencontrarnos de nuevo con nuestras más arraigadas tradiciones) tuvimos, en esta ocasión, una satisfacción extra: la de ver cómo "EL FOLKLORE UNE A LOS PUEBLOS".

domingo, 20 de mayo de 2007

Ha venido mayo...

Atento amigo Sancho...

Tras el sabor agridulce que en nosotros había dejado la romería de Tomelloso (agrio por el desenfreno juvenil; dulce por encontrar aún vivas algunas tradiciones ancestrales) continuamos nuestro caminar por tierras manchegas. Unas tierras que, en este hermoso mes, se hallaban plagadas de los mil y un colores que flores regalaban a nuestra vista. Con tan placentera visión y el alegre trotar de Rocinante y Rucio, cubrimos el trayecto que va desde Tomelloso hasta otra de las localidades ya visitadas en una ocasión por mi fiel escudero y yo.

Se trataba, indiscutiblemente, de la ciudad del mayo manchego por excelencia: la villa de Pedro Muñoz. No en vano, esta fiesta tan arraigada, tanto en esta localidad como en lugares aledaños, había sido declarada en esta ciudad, Pedro Muñoz, de interés turístico regional.

Sancho y yo quisimos conocer más de cerca esta antigua tradición. Descubrimos que tres eran las clases de mayos más comunes: los dedicados a la Virgen, a las fermosas mozas del lugar y los mayos a la cruz.

Por si vuestras mercedes no han tenido el placer de deleitarse con tales cánticos, me dispongo a explicarles brevemente en qué consiste cada uno:
- En primer lugar, encontramos los mayos a la Virgen (tenga ésta la acepción que cada localidad le haya puesto). En ellos se alaba a la hermosura, la grandiosidad, la entrega, el amor... todas las cualidades que posee la patrona de la localidad.
- También en alabanza a la hermosura femenina son los mayos dedicados a las doncellas del lugar, que son, sin lugar a dudas, los más inspirados e imaginativos. Tradicionalmente, la última noche de abril los jóvenes del pueblo acudían a cantar mayos a la puerta de las mozas casaderas, siguiendo siempre un mismo esquema: primeramente se pedía licencia a la dama por parte de los rondadores; una vez conseguida, se alababa la belleza de la doncella, realzando una por una todas las partes del gentil cuerpo de la joven. Como era de esperar, muchas de estas rondas terminaban con un compromiso y una boda.
- Por último cabe destacar los mayos a la cruz, muy arraigados también en toda la geografía castellanomanchega. Éstos se cantaban en torno a una cruz que, adornada con multitud de flores, se colocaba a la puerta de las casas, iglesias, etc. La finalidad principal de estos mayos era la de agradecer la cosecha de aquel año o cualquier otro suceso destacado acaecido en aquel lugar.

Una vez satisfecha la curiosidad de todos cuanto leen estas letras, sobre las clases mayos existentes, no queda sino relatar la intensa jornada que mi fiel escudero y yo vivimos en "la cuna del mayo manchego".

"HA VENIDO MAYO
BIENVENIDO SEAS
PARA LAS CASADAS
VIUDAS Y SOLTERAS"

Entonando esta y otras coplillas semejantes, la alegre comitiva formada por las autoridadades, grupos participantes, mayeras infantiles y juveniles y demás gentes del lugar, iniciaba su desfile desde la Plaza de España hasta la de toros, lugar donde se celebraría (Dios mediante y si el tiempo lo permitía) la XLIV edición del Festival del Mayo Manchego.
Ya en nuestro destino, Sancho y yo nos acomodamos lo mejor que pudimos para disfrutar de una tarde de folklore, tradición y, como no podía ser de otra manera, los mayos. Una hermosa dama, la sin par bella y elegante Eva González (según pudimos saber, ex miss España y novia de un famosísimo portero del Real Madrid), fue la encargada de presentar el acto, no sin antes elevar una súplica al cielo para que la lluvia aguardase al final del día. El cielo, como buen galán que es, atendió tan delicada petición y permitió que el festival se celebrara sin contratiempos.

¡Qué festín de buen folcklore manchego pudimos disfrutar! Llegados de distintas partes de la región, los grupos "Almazara” de Mora (Toledo), “Nazarín” de Miguelturra (Ciudad Real), “San Pablo” de Albacete y “Sherezade” de Fuensalida (Toledo), sin olvidar el grupo anfitrión "Virgen de los Ángeles" deleitaron al numeroso público asistente con jotas, seguidillas, fandangos, rondeñas... y todo el amplio abanico de bailes que compone el folklore tradicional castellanomanchego.
El Festival del Mayo Manchego de Pedro Muñoz es uno de esos resquicios que aún queda de nuestra verdadera esencia, de nuestro folklore popular. Una de esas "raíces desenterradas" día a día, año tras año, desde hacía ya 44, no sólo en aquel emblemático lugar, sino en la mayoría de pueblos que, con gran orgullo por nuestra parte, íbamos recorriendo mi fiel escudero y yo precisamente con ese afán: el de corroborar que el espíritu de Castilla - La Mancha seguía vivo, en pie, cual fortaleza indestructible que resiste las feroces embestidas de la modernidad.


* Para conocer más de cerca los grupos que hacen que el folklore de Castilla - La Mancha esté más vivo que nunca, visitad la página de la Federación Castellanomanchega de Asociaciones de Folklore.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Romería en estado puro

Atento amigo Sancho...

Nuestro paso por Tomelloso había dejado a mi fiel escudero y a mí un sentimiento extraño. Aquella negra procesión, la sobriedad, la tristeza... aquellos no eran los rasgos típicos de las buenas gentes tomelloseras, tan joviales y alegres que el más lejano de los visitantes parecía sentirse como en casa en aquel lugar de La Mancha.
Con el ánimo de encontrar el verdadero espíritu de Tomelloso, Sancho y yo volvimos sobre nuestros pasos.

Último domingo de abril. El júbilo de aquel día se notaba nada más adentrarnos en Pinilla, lugar que año tras año, desde 1944, celebraba el día grande de su patrona: la Romería de la Virgen de las Viñas. Cientos de personas vestidas a la antigua usanza, con blusa típica de gañán y el pañuelo de hiebas al cuello, deambulaban por el recinto de Pinilla disfrutando intensamente de aquella festiva jornada: visitando el Santuario de la virgen, admirando las reatas de mulas perfectamente alineadas y engalanadas para la ocasión, "refrescando el gaznate" en las innumerables "tascas" o chiringuitos que poblaban la entrada del recinto... Todo ello aderezado con buen vino del pueblo y el incesante sonido de las jotas manchegas, que daban a tal día el sabor añejo que Sancho y yo andábamos buscando.

Pero hubo algo que llamó nuestra atención sobremanera: en el lado opuesto al lugar donde se hallaba el santuario, cientos de jóvenes celebraban la romería "a su manera" entre la multitud de remolques adornados con ramas verdes (típicos de esta romería).
Aquella visión de desenfreno juvenil hizo que recordáramos las palabras de un paisano de Tomelloso, que tan bien describía en su libro la auténtica esencia de la romería. Así contaba Santos López en "Tomelloso, apuntes para su historia", la primera romería que se vivió en este lugar:

"Era la semana del 30 de abril al 7 de mayo. Las mujeres fueron las promotoras y las que idearon celebrar la romería, llevando a la Virgen a Pinilla y volviéndola a traer, posiblemente con la ayuda de la Junta Directiva de la Hermandad. Ellas lo planearon todo. Prepararon las meriendas para comer, la carne, la leña para guisa, vino, sartenes, perolas... [...] A los hombres que no trabajaban, les hicieron ir a la Rivera para traer ramaje de Chopo. Engalanaron galeras con ramaje, banderitas y blores de papel [...] En todas las carrozas, los grupos de chicas que llevaban iban todas vestidas iguales, pero siempre guardando la estética y la antigüedad manchega. ¡De verdad, iban guapísimas! Cuando llegamos el sábado por la tarde, nos encontramos con la papeleta de que teníamos que ir el domingo de romería a Pinilla. ¡Cosa que no nos pareció bien! Pero ellas se liaron como fieras a bajar aperos y trastos de los carros hasta verlos desalojados, a prepararles asientos para ir lo más cómodo posible y a enredarles ramas de chopo, banderitas y flores de papel. Así es que ante aquella animación por parte de las mujeres, todos nos animamos, ayudándolas a preparar para que todo fuera lo más perfecto posible. [...] La mañana del domingo, muy temprano que apenas se veía, se empezaron a oír pandas de chicos y chicas ataviadas y cantando. Las campanas empezaron a doblar repicando de alegría. Los carros de una calle para otra. ¡Tomelloso daba señal de que iba a celebrar un gran día! Pero de momento el personal se entristeció viendo que empezó a llover. ¡No duró mucho rato! Por lo que de nuevo el personal se volvió a animar. [...] A las nueves salió la virgen de la iglesia para iniciar la que sería la primera romería y al llegar a la plaza cayó un tremendo chaparrón de agua. [...] Pero a pesar de ello el personal no se acobardó, formándose el cortejo para llegar a Pinilla. [...] A pesar de la lluvia la gente o romeros continuaban la fiesta: algunos, al escampido lloviendo y chorreando de agua sin preocuparse de tal cosa, guisaban la carne en las perolas y sartenes, llenándose de vino, cantando, tocando, jugando y pasándoselo bien, con todo el fervor y alegría que requiere un día de romería. [...] El personal quedó orgulloso y contento por el agua caída, que favoreció a los campos, y por la romería. Nadie podía imaginarse que una romería sin pensarla con anterioridad ni preparación pudiera resultar con tanto éxito y tan bien. A partir de aquel año, las romería se vienen celebrando el último domindo de abril, el mismo día que se celebra la romería de la Virgen de Peñarroya, nuestro pueblo vecino de Argamasilla de Alba. [...]
Aquella primera romería quedó en el recuedo de todo el pueblo como la mejor romería celebrada de todas. En primer lugar, por la lluvia caída. Por la buena organización, el orden, la alegría de todos los romeros sabiendo aguantar todo el tiempo allí, comiendo, bebiendo, tocando, bailando, jugando y cantando, que es lo típico de una romería. ¡No me cansaré de repetirlo! [...] Ahora con tantos coches, unos que van otros que vienen, con el peligro que ocasionan en la carretera. Aunque afortunadamente nunca ocurre nada. Pero más que una romería con devoción a la patrona, parece una juerga. Disculpen mis opiniones particulares."*

Y así era. El lado ocupado por los jóvenes tomelloseros parecía más una desenfrenada fiesta en honor a Baco que una romería en honor a la patrona de la localidad.
Los jóvenes habían convertido una de la tradiciones más arraigadas de su pueblo en un "macrobotellón", término muy empleado en la actualidad por vuestras mercedes.

Tras aquella visión de libertinaje, Sancho y yo vimos cumplidas nuestras expectativas cuando la comitiva se dispuso a trasladar a la virgen a Tomelloso. Los romeros, bien siguiéndola o llévándola a hombros, mostraban a la Virgen de las Viñas su devoción, con cantos de alabanza que no cesaron hasta llegar a la plaza, lugar donde mi fiel escudero y yo pudimos reconfortarnos disfrutando de las típicas jotas manchegas.

¡Al fin hallábamos la esencia de la romería tomellosera! El pueblo entero se ponía en pie para dar la bienvenida a su patrona y los jóvenes, a pesar de tan desenfrenado día, ponían a los pies de la virgen un ramo de flores cuando sus carrozas desfilaban ante ella. ¡Aquello sí era Romería!



*Extraído del libro "Tomelloso, apuntes para su historia", de Santos López Navarro

martes, 17 de abril de 2007

La Procesión del Silencio

Atento amigo Sancho...

Fieles a nuestro discurrir por tierras manchegas, continuamos esta aventura notando, como si de un presentimiento se tratara, que vivíamos días de reflexión. Pasión, muerte, culpabilidad... sentimientos que se apoderaron de nosotros cuando, en la madrugada del viernes santo, nos adentramos en el pueblo de Tomelloso.
El silencio invadía todas y cada una de las calles de este lugar, como si sus siempre alegres habitantes se hubiesen sumido en una profunda tristeza, únicamente rota por el sonido de un lejano tambor.
El público asistente a aquel multitudinario velatorio observaba con devoción el paso ininterrumpido de negros caminantes. Todos iguales: hábito negro, cabeza inclinada, una enorme cruz de madera al hombro... algunos de ellos, sintiendo el frío asfalto en sus pies desnudos, arrastraban pesadas cadenas, lo cual daba a la silenciosa noche ciertos tintes funestos.
En medio de aquel recorrido, divisamos una gran cruz de madera, el único paso de esa procesión. Acompañada por el intermitente sonido de un tambor, la cruz avanzaba entre las dos interminables filas de penitentes. Volcada, silenciosa, vacía... obligando a todos los presentes a recordar el significado que aquel símbolo tiene para todo aquel que se siente cristiano.

Sancho y yo no podíamos sino contemplar con infinito respeto a aquellas negras figuras desfilando con absoluto mutismo. Pecados que redimir, ofrecimientos a Dios... diferentes razones que acompañaban a aquellas personas en su oscuro caminar, aunque unidas todas ellas por un juramento de silencio hecho al comienzo de la procesión.
Días de reflexión, de arrepentimiento, de dolor... mi fiel escudero y yo partimos de Tomelloso con la sensación de haber asistido la representación de una de las tradiciones más arraigada, no sólo de nuestra tierra, sino más allá de las fronteras manchegas: la Semana Santa seguía viva, recordándonos que, año tras año, aquel hombre que vivió y murió en tierras lejanas en tiempos inmemoriales, sigue muriendo año tras año para redimir los pecados de la humanidad.